Útero

Llegó el gran día...

Me desprendí de mi himen.




Tristemente sobre una camilla de hospital, patiabierta y con una ligera sábana color blanco nuclear sobre el vientre.
Rota por una gélida microcámara introducida por un cincuentón de bigote canoso, a través de mi morbosa vagina que hubiese deseado algo menos metálico como primer bocado.

SEnsación extraña y un tanto desagradable.



Supongo que es lo que hay.
Al menos recibí elogios:

-Tienes un útero perfecto.



Y otra vez a casita, y guardarse la perversión y obscenidad que crece cada vez más agresiva en mí. Esperando algo que sí llene de verdad, y no vacíe. Algo que tape por fin tantos agujeros frustrados.


.. (suspiro)

En fin, ni siquiera me pude llevar de recuerdo la foto de la ecografía.
Me he quedado con ganas de ver mí útero.
Lo único que tengo perfecto.