silencio

silencio
pero mis ojos gritan

miércoles, noviembre 24, 2004

Reencontrándome con mi super-ego

Definitivamente, no. Nunca volveré a sonreir como antes, con esa amplia sonrisa que se me salía de la cara, y los ojos brillantes de emoción. La causa, aunque parezca irónico, la sabiduría, el conocimiento, la experiencia. Si, se pueden dar risas esporádicas, felicidad pasajera, pero esa alegría constante de la niñez, ese contento de la ingenuidad esa sensación de bienestar es fruto del desentendimiento por la crueldad de ahí fuera, es como vivir en su propio mundo de colorines y paz, donde todo es satisfacción.

Claro que, los hay que preferieren vivir la verdad, aunque ésta les impida vivir relajados y de un modo "optimista". Cómo se puede reir, si cuando sales a la calle estás rodeado de inéptos por todas partes, que no hacen otra cosa que avasallar y destruir. Cómo se puede ser feliz, mientras te clasifiquen por llevar una prenda concreta, mientras sinteticen tu personalidad en una sola palabra.

La clave para ser feliz es abstraerse del mundo, ignorar lo malo y sólo ver lo bueno. Ahí está la felicidad infantil, todos viven en su mundillo particular, no tienen preocupaciones sólo jugar y divertirse, son inconscientes de lo demás.Por mi parte, lamentablemente soy demasiado observadora, pretendo verlo todo, y seguir de pie, y aunque me golpéen, sé que no me agacharé, no me taparé los ojos, me quedaré ciega si es preciso, soy demasiado testaruda.

Esa felicidad que todos codiciamos, se me escurre entre los dedos como si de agua se tratase. No quiero estar mejor de lo que estoy por miedo a perderlo todo otra vez, no quiero vivir en una pompa sabiendo que un día se romperá y me estrellaré contra el suelo. Mi miedo al fracaso, la gran decepción que tengo del mundo es suficiente, no gracias, no quiero más.

Que ánsias de volver a la alegía de la niñez, pero ya es tarde, no hay marcha atrás. Ya conozco lo suficiente para no poder volver, lo único que me queda es el anhelo de saber más, conocer más. Pero si no nos arriesgamos a vivir, no experimentaremos, no conoceremos, y es que para aprender hemos de sufrir: Jarabe de palo para el niño malo, y si me niego a sufrir más ¿cómo aprenderé?.

La controversia se presenta ante mí, supongo que acabaré siguiendo mi ambición de sabiduría, me volverán a dar palos hasta en el cielo de la boca, y echarán sal a mis heridas mal curadas. Pero me da igual, por que cada golpe me hago más fuerte, cada desilusión es un clúster más de conocimiento en mi disco duro.Ya no soy la misma niñita dulce que corría sonriente por el parque, que pensaba que si agitaba bien fuerte los brazos saldría volando. No, los sueños e ilusiones han desaparecido. Ya me cuesta hasta sonreir.

Creé mi fortaleza, aunque se me olvidó una cosa. No me acordé de proteger mi sensibilidad.


viernes, noviembre 19, 2004

No Comments






[Por eso yo sí aplaudiría]

miércoles, noviembre 10, 2004

¿Nadie conoce a Nadie?

Pues, sí. Nadie conoce realmente a nadie. Puedes pasarte años teniendo a una persona como amiga del alma, compartiendo con ella recíprocamente ansias y temores, creyendo conocerlo todo sobre ella, su forma de pensar y de actuar ante una determinada situación; y sorprendentemente te ves en una nueva circustancia en la que ella actúa de una forma que tú ni hubieras imaginado.

¿Y cómo te sientes? Decepcionada, frustrada, defraudada... Pero, no hay por qué juzgar tan precipitadamente, hay que cuestionarse si acaso también ese instinto le ha sorprendido a ella misma, si realmente estaba convencida de lo que me aseguraba en tiempos anteriores.
La verdad, no creo. Ninguno podemos estar absolutamente seguros de lo que decímos, algo que ahora afirmamos con firmeza en un futuro podemos negarlo rotundamente, verlo incluso absurdo.

En mi caso, yo he estado equivocada muchas veces en la vida, y por qué no iba a estarlo también ahora. Al recordar viejos tiempos con personas que me conocen de años atrás, me quedo atónita, perpleja al rememorar las estúpideces que afirmaba y las múltiples torpezas que cometía.
Niego, me cuesta creer que algún día dijese tales memeces, y me ruborizo al cercionarme que es verdad, que esa sarta de sandeces salieron de mi boca años atrás.

Y es que, a veces me gustaría haberme metamorfoseado, cuál mariposa, al adquirir el conocimiento, para que nadie pudiese asociarme con aquella dulce e ingenua niñita, que creía en que algún día encontraría su príncipe azul.
Pero, cada vez que leo esa frase de Nietzsche: ...el placer de ser rebaño es anterior al placer de ser un "yo"..., resoplo de alivio, ya que me doy cuenta de que si nunca hubiese sentido la humillación del desacierto, el desencanto de haber seguido un camino erróneo, no me habría dado cuenta de la cruel realidad.

En fin, el caso es, por qué pretendemos conocer a una persona, saber lo que piensa, cómo actuará en cada momento; si ni siquiera podemos saber con certeza que pensaremos nosotros mañana.
Pretendemos saber demasiado, y no nos conocemos ni a nosotros mismos.

Cuando tu siempre dijiste Negro, yo proclamé Blanco. Se cambiaron las tornas, tú preferiste el Blanco, y ahora yo me quedo con el Negro.


(Breve post, mis exámenes y mi neuralgia no me permiten hacer más)