silencio

silencio
pero mis ojos gritan

miércoles, noviembre 10, 2004

¿Nadie conoce a Nadie?

Pues, sí. Nadie conoce realmente a nadie. Puedes pasarte años teniendo a una persona como amiga del alma, compartiendo con ella recíprocamente ansias y temores, creyendo conocerlo todo sobre ella, su forma de pensar y de actuar ante una determinada situación; y sorprendentemente te ves en una nueva circustancia en la que ella actúa de una forma que tú ni hubieras imaginado.

¿Y cómo te sientes? Decepcionada, frustrada, defraudada... Pero, no hay por qué juzgar tan precipitadamente, hay que cuestionarse si acaso también ese instinto le ha sorprendido a ella misma, si realmente estaba convencida de lo que me aseguraba en tiempos anteriores.
La verdad, no creo. Ninguno podemos estar absolutamente seguros de lo que decímos, algo que ahora afirmamos con firmeza en un futuro podemos negarlo rotundamente, verlo incluso absurdo.

En mi caso, yo he estado equivocada muchas veces en la vida, y por qué no iba a estarlo también ahora. Al recordar viejos tiempos con personas que me conocen de años atrás, me quedo atónita, perpleja al rememorar las estúpideces que afirmaba y las múltiples torpezas que cometía.
Niego, me cuesta creer que algún día dijese tales memeces, y me ruborizo al cercionarme que es verdad, que esa sarta de sandeces salieron de mi boca años atrás.

Y es que, a veces me gustaría haberme metamorfoseado, cuál mariposa, al adquirir el conocimiento, para que nadie pudiese asociarme con aquella dulce e ingenua niñita, que creía en que algún día encontraría su príncipe azul.
Pero, cada vez que leo esa frase de Nietzsche: ...el placer de ser rebaño es anterior al placer de ser un "yo"..., resoplo de alivio, ya que me doy cuenta de que si nunca hubiese sentido la humillación del desacierto, el desencanto de haber seguido un camino erróneo, no me habría dado cuenta de la cruel realidad.

En fin, el caso es, por qué pretendemos conocer a una persona, saber lo que piensa, cómo actuará en cada momento; si ni siquiera podemos saber con certeza que pensaremos nosotros mañana.
Pretendemos saber demasiado, y no nos conocemos ni a nosotros mismos.

Cuando tu siempre dijiste Negro, yo proclamé Blanco. Se cambiaron las tornas, tú preferiste el Blanco, y ahora yo me quedo con el Negro.


(Breve post, mis exámenes y mi neuralgia no me permiten hacer más)

2 comentarios:

Ni nada ni nadie. dijo...

Generalmente, cuando cambias el blanco por el negro sales ganando.
En sentido amplio.

Anónimo dijo...

Crees conocer a tus amigos y que puedes confiar en ellos ciegamente hasta que cuando realmente necesitas su apoyo te dan una puñalada por la espalda pero entonces en ese preciso momento se detiene el tiempo y te das cuenta de que lo que has vivido hasta ahora era una farsa, una mala interpretacion de la amistad y entonces las lagrimas derramadas se convierten en el combustible que desde ese preciso instante mueve tu motor de la vida. No hay nada mejor que darte cuenta de como es de conformista la gente y que tu hasta ese momento tambien te conformabas con todo como el niño al que le dan una piruleta para que no llore. Yo no puedo dejar de llorar pues ahora las lagrimas mueven mi vida.