Delirando

-"¿Cuando estás enferma con fiebre, no sientes como si quisieras salirte de tu cuerpo para no sentir más dolor?"

-"La verdad, no lo recuerdo. No suelo ponerme mala a menudo."

Y como una maldición, al día siguiente amanecí sin apenas voz y como si tuviera dos agujas de punto clavadas en la garganta. Con el tiempo se me empezaron a hinchar las amigdalas como dos pelotas de tenis a cada lado del cuello. Y para no quedarse cortos el dolor se extendía hacia los oídos.

Afónica y sin poder tragar.

Pero eso no es todo, a vísperas de mis 17 años conservo un sistema circulatorio totalmente chafado, ¿adivinen cómo estaré con 80?. En plena época de exámenes en Junio, empecé a notar como esas cosillas azules que se vislumbraban debajo de mi piel me dolían desmesuradamente, esencialmente en los brazos, donde las enfermeras te dan los picotazos.
La respuesta del médico fue sencilla, "Cosa de los nervios".

Pero ahora en plena etapa de relax, los titulares anuncian "El Retorno de las venas peleonas", siendo protagonistas esta vez las de las muñecas, que indirectamente afectas a mis dedos atrofiados (teclear=buen ejercicio).
Y justo en medio de la palma de la mano (¿De qué me suena esto?) un inteso dolor, como un hematoma pero sin marcas púrpura.

Parece ser que se debe a la dilatación de las venas por el calor o lo que sea, lo que me provoca una constante bajada de tensión y flojera soporífera que se suma a mi aburrimiento veraniego.

Y como guinda para este pastel bubónico; ansiedad y náuseas.

Nota: Con este post no pretendo tirarme a la pena ni nada parecido. Yo me parto de risa.





...

Me aburro mucho.